ordenarse
implica levar el ancla
del cotidiano hastío,
del murmullo acongojado
en los restos de la tarde
uno encuentra
que es el hilo y el ovillo,
es el todo y las piezas,
mientras se zurce el vestido
de una nueva primavera
ordenarse
es reconocer
y reconocerse,
es soltar las amarras
amarrando lo suelto
es mirar
sin prisa el atardecer,
agradeciendo la risa
que al fin uno crea
cuando el equipaje
pesa pero no aplasta,
cuando el viaje
aleja pero enseña.
¿Qué errante laberinto, qué blancura ciega de resplandor será mi suerte, cuando me entregue el fin de esta aventura la curiosa experiencia de la muerte? Quiero beber su cristalino olvido, ser para siempre; pero no haber sido. Jorge Luis Borges.
sábado, enero 23, 2016
lunes, enero 04, 2016
1964
El mar devolvió la botella
de un verde avinagrado,
quizá herida por el tiempo
y arrojada por extraños
que no hurgaron por dentro
ni siquiera con sus huellas
para encontrar desarmado
de algún relato,
el fragmento:
"Seis de enero
de mil novecientos setenta y cuatro.
Te abrazo sin cuerpo
y te espero sin tiempo.
Te lloro sin llanto,
y te busco en el sueño."
de un verde avinagrado,
quizá herida por el tiempo
y arrojada por extraños
que no hurgaron por dentro
ni siquiera con sus huellas
para encontrar desarmado
de algún relato,
el fragmento:
"Seis de enero
de mil novecientos setenta y cuatro.
Te abrazo sin cuerpo
y te espero sin tiempo.
Te lloro sin llanto,
y te busco en el sueño."
Volver
imaginé
el mate de la mañana,
las tostadas y la miel
bajo un sol otoñal
que dio sustento
a tu dulce patio
de enredadera y río
con alguna canción
recorriendo los pasillos
en baile de acordes,
con sueños de orquesta
y me detuve ahí,
no quise ir más lejos
(y me olvidé del frío,
de la noche y sus encuentros)
jugué en un paño desvalido
por donde avisa mi suerte
que ya no hay más tiros,
y nunca más fue sencillo
volver al sueño
mientras no duermo,
volver a casa
donde no vivo.
el mate de la mañana,
las tostadas y la miel
bajo un sol otoñal
que dio sustento
a tu dulce patio
de enredadera y río
con alguna canción
recorriendo los pasillos
en baile de acordes,
con sueños de orquesta
y me detuve ahí,
no quise ir más lejos
(y me olvidé del frío,
de la noche y sus encuentros)
jugué en un paño desvalido
por donde avisa mi suerte
que ya no hay más tiros,
y nunca más fue sencillo
volver al sueño
mientras no duermo,
volver a casa
donde no vivo.
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