Parecía que al verse
no podían despojarse
de la interrogación,
del estudio inconstante
pero preciso de sus formas
parecía, por caso,
que nadie
bajo ese cielo de cemento
fuese al menos conciente
de la encrucijada,
de ese instante vital
donde no hubo disparos,
ni alarmas, ni ruidos,
ni banderas flameando,
ni batallas perdidas,
ni vencedores sonriendo
donde existieron, acaso,
algunas impolutas miradas
manteniéndose a flote
bajo el diluvio de preguntas
y, cuando no,
de algunos viejos temores
pero ellos, abstraídos
de la calle y de su desdén
decidieron prepararse
en muestra de buena fé
hacia un nuevo comienzo
y así se incorporaron
con sobrada timidez
a la realidad establecida,
"porque habría veranos
sin un sol de mediodía
hoy podremos alejarnos
o quizá no, todavía"
se dijeron sin decirlo,
con el frío entre las manos,
cruzando la ancha avenida.
El plazo de gracia
se había consumado
cuando finalmente
en la marejada fugaz del tiempo
soltaron sus barcos
amarrados de aire,
y en la multitud de la tarde
se reconocieron
perfectamente extraños
ante otra muerte
que esperaba inquisidora.