Hacé una pausa
y no me cuentes
de los malos días
de los desencantos
que guardan dudas
en los paredones,
no desaparezcas
de mi sueño profundo
y que el sol siga siendo
cómplice de tu sombra.
Dejá que te murmure
una frase desatinada
que te robé en la madrugada
y que ahora es mi compañía,
mientras dibujo tu risa
y te pienso otra vez.
Despejemos la niebla
que se acerca en la mañana
y así podremos jugar
a contarnos esta historia
a ser uno en dos mitades
a equivocarnos a raudales
a la aventura de cada día
a despertarnos, siempre iguales
pero soñando todavía.
Despertame, por favor
temo quedarme dormido
cada noche en el camino
de las cosas sin decir.