domingo, enero 09, 2011

Pasajero

mi corazón y una brisa de verano
solían decirse cosas al oído
conversaciones casi inaudibles
bajo la inmensa agonía del tiempo

parece que ya se han olvidado
del peligro, de su suerte
(los vientos aún arrastran
la espesa bruma del temor)

conservan cada madrugada
aquellas flores prometidas
al invierno y al amor
al destino y a sus ríos

no asumieron aún el valor
de aquel fuego crepitando
la misma furia inquisidora,
el interrogante hecho deseo

y al juzgarse inconfundibles
pierden la esencia de su vuelo
la fragilidad siempre acecha
implacable sobre sus sombras

quizá despejen sus dudas
comprendiendo sólo un sueño:
el encanto más profundo
es viajar y saberse pasajero.

1 comentario:

Natalia Maggi dijo...

"solían decirse cosas al oído"

Esa nostalgia tan intacta de una persona que susurra en la noche, que recuerda esas viejas palabras tan secretas que uno dice al oído... casi tan secretas como esas que se dicen solo con los labios, sin voz.


Me gusta como escribis!