Está mi ropa,
mi guitarra,
viejos apuntes
y una computadora
está mi casa,
está el cielo
durmiendo en mi terraza
(y están las nubes,
que también pasan)
está el reloj,
están mis sueños
está la tarde
buscando asilo
están las sillas,
estan los muebles,
están mis dedos
escribiendo
esto que escribo
está la muerte,
está el vino
está ese nombre
que nunca repito
está el infierno,
están mis libros
está el imperio
tejiendo sus hilos
está la suerte
y también el destino,
está el gran fuego
ya esparcido
está la noche
que trae consigo
las dos mitades
de aquel camino
está la vida
que es tan inmensa,
está el recuerdo,
está el sonido
está el refugio
en ese frío,
está tan cerca
mi desatino
está el deseo
más compulsivo,
y está ese miedo
a lo que he sido.
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