martes, marzo 11, 2014

Desván

A veces el frío
también nos agobia
incluso más que el calor
en esas horas que apuñalan
y se dirigen en descubierto
hacia el flanco izquierdo
de la desesperación

cuando uno escribe con firmeza
en cuadernos invisibles
por enésima vez,
bajo angustiosas referencias
que nunca se ama por todo,
pero se ama a pesar de todo

(Y vos leías a Julio,
 y yo pensaba en el tiempo)

mientras nos extrañamos
en silencio
contemplando fijamente
la quietud del desván
y las oscuras valijas
todavía a medio hacer.

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